Hay un nuevo chico en el edificio, su nombre es Jonathan y extraña mucho al perro que no pudo llevar a vivir a la nueva casa por reglas de la administración. Pero en esta no tan feliz vida que comienza, las cosas cambian por completo cuando conoce a Cara, una niña muy especial, porque es verde y… una fantasma.
Aunque en un principio Jonathan no está de acuerdo con las ideas de Cara, y por lo tanto sus acciones, en cuestiones de amistad los cambios suceden a penas se acepta la idea, y la amistad de estos dos se vuelve tan fuerte que no se echarán para atrás al vivir la más grande aventura de sus vidas, si es que todo sale bien.
Puede ser peligroso, puede ser definitivo, podrían no conseguirlo a tiempo.
Y esa aventura, lamentablemente, es demasiado complicada y llena de spoilers para contarla aquí. Tendrán que conformarse con saber que vale la pena, que es la historia misma.
El mundo en el que crece Jonathan está bien dibujado como el de un niño, como un niño lo vería, aunque a momentos le falta buena parte. Sin embargo, dibujar el mundo de infancia no es el objetivo de este libro, sino adentrarnos en la resolución del misterio que al mismo tiempo lleva a los mejores momentos. Aquí había algo muy valioso y alguien lo robó, y es más importante de lo que cualquiera creería.
Esta historia tiene muy buenos elementos, incrementados todos (los importantes) con el sentido del público al que está dirigido. Es infantil, sí, pero eso no significa que no pueda disfrutarlo cualquiera. Yo lo hice y estoy seguro que muchos más también.
El puesto del villano viene de algunos adultos listillos, como siempre, que se encargan de bloquear el camino de unos niños con buenos motivos (y eso indigna tanto como un torero molestando a una vaquilla).
La muy -totalmente- horrenda señora Krakenhuber, es solamente el primer nombre en la lista, pero sí: la peor.
Estos dos chicos demuestran que la amistad puede ir más allá de la edad, la apariencia o hasta la condición. Algunos conceptos que crean la historia son bastante interesantes, todos ellos referentes a este tipo de fantasmas, aunque al mismo tiempo otros queden vacíos y formen parte de los huecos en la trama. Y es que, sea como sea, muchas cosas no pueden suceder solo porque sí, o responderse con una palabra, luego de llenar de curiosidad al lector, porque resulta muy cruel (¿O no?).
Este libro se queda conmigo porque consiguió algo que no es fácil: hacer sentir los momentos a pesar de ser breves -el libro en general se lee muy rápido-, y dejar al lector con ganas de más (a mí).
Cara: las chicas fantasma son verdes es una genuina historia de bien ganada amistad y lealtades totalmente correctas. Rompe las barreras establecidas pero convence de su originalidad y amplia los encantos.Para cuando ya no se necesitan tantos dibujos, pero sí un buen, muy buen, momento conociendo personajes que actúan casi como lo haría uno mismo.Creían saber lo que era un fantasma… pero estaban equivocados.
La frase:
-¡Pero tiene que haber alguna forma de entrar en esa casa! –Cara reflexionó unos instantes-. ¡Ya lo tengo! Encendemos una hoguera frente a su puerta y esperamos a que se queme. Es lo que hacían antiguamente cuando querían asaltar un castillo.
-¡Tú alucinas! Es demasiado peligroso. Podríamos quemar el edificio entero.
-¿Y si llamamos a la puerta?
Cara: las chicas fantasmas son verdes, Ralf Leuther. 228 p. Alfaguara, 2013
¡Hasta la próxima!
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