Las palabras de Ursula Poznanski regresan para introducirnos en una historia llena de misterio, como a muchos nos gustan, que mantiene una interesantemente dibujada línea entre lo real y aquello que podría ser una posibilidad pero que pertenece totalmente al lado de lo inquietante, fantástico y hasta sobrenatural.
Bastian es un concentradísimo estudiante de medicina, se siente impulsado por su futuro y todas las cosas que puede hacer bien para entonces. Luego conoce a Sandra y sus instantes del presente cambian. Es una chica lista y relajada, lo suficiente realista para considerarla buena con su compañía. Con una detalle: pertenece a ese aparentemente reducido grupo que se interesa por la vida en tiempos de la Edad Media.
Cosa que en un principio le parece extraña, pues nadie más ajeno que él a la compatibilidad con dicho mundillo. Aunque es verdad que entonces la vida era más sencilla, con la ociosidad perfecta para quienes solamente quieren sentirse en el tipo y los sencillos placeres de la vida.
Bastian conoce a algunos personajes más, todos por parte de Sandra, y así, casi repentinamente, se verá en la lista de participantes para un muy puro juego de rol. Por medio de un pequeño grupo que tiene planeado pasar unos cuantos días viviendo tal como la gente en ese entonces. Sin ningún tipo de tecnología de tiempos posteriores al siglo XIV. Planeando internarse en tiempos sin hospitales ni luz eléctrica pero sí con algunas espadas y comidas poco placenteras.
No lo que muchos (yo incluido) considerarían diversión, pero con cierto nivel recreativo que despierta la curiosidad y que con las expresiones perfectas la hacen crecer.
Una vez en aquellas vistas y paramos, lejos de la civilización, comienzan a surgir inquietudes que nadie podrá negar –ni siquiera el lector-. Todos asisten sabiendo la leyenda del lugar, que versa sobre una antigua maldición lanzada por un bastardo del rey a su hermano, el heredero legitimo, antes de ser asesinado de forma cruel y terrible. Algo que en realidad sí parece justo para una maldición.
Pero ¿quién cree en maldiciones en estos tiempos?
Es por eso que en la mayoría de ellos no despierta la menor preocupación, al principio. Ellos solo iban a divertirse. Pasar una semana rodeados de la naturaleza valiéndose solamente de su propia capacidad de supervivencia.
Cuando cosas extrañas e inexplicables comienzan a suceder, no hay duda de que muchos habrían salido corriendo. Pero ellos no, aún sin saber que eso era solo el inicio de su pesadilla.
Bastian carga con el casual protagónico que a pesar de no haber pertenecido antes a dichas costumbres de diversión, tiene la mente suficiente para llenarla de interrogantes y seriedad sobre lo que está viviendo. Nunca deja de sospechar o tratar de encontrar explicaciones y soluciones a los sucesos misteriosos. Muy posiblemente se habría transmitido un sentimiento diferente si se hubiera seguido la historia desde un centro diferente. Aunque no es primera persona, nunca revela tampoco la verdad, deja abierto el espacio angustioso que continuamente toca el esparcimiento del temor.
Con un paisaje tan simple y bien aprovechado, pues se siente el verdadero inicio de lo importante hasta que se instalan en él, la trama consigue desarrollarse.
Hasta la insoportable Doro -dueña de la paranoia- toma un comportamiento necesario. Paul demuestra su importancia e Iris la necesitada imagen del soporte. Todos los personajes, por muy pequeños que sean, se presentan y participan en la mayoría de los momentos, aunque solo sea de fondo u oídos.
Se permite sus breves momentos para la amistad, el amor, algo de personal pasado e inquietudes menos comunes y ajenas a su objetivo principal.
Curiosa la forma en que la autora nunca abandona la sospecha una vez que la aborda. La historia aprovecha su día, pero sobre todo su noche. Es un plan más allá de lo conocido, las casualidades y comportamientos acostumbrados.
Saeculum saca el brillo perfecto al misterio. Consigue que el lector sienta sus palabras, desde el clima frío de la oscuridad hasta la gran desesperanza, convirtiéndolo en un personaje que observa tanto como los demás.Tiene sus giros, se llena solamente de los detalles necesarios cuando surge la verdad. Se nota y agradece la importancia que da a sus diálogos para entender, refutar o estar de acuerdo en lo que ahí como grupo se considera.Más que mala suerte, con mucho pasado rondando.
La frase:
“El grito se había interrumpido, solo sonaban unos gemidos apagados. Ruidos sordos. ¿Pasos? No estaba seguro. Ahora las voces de los demás ahogaron el ruido… asustadas, molestas, soñolientas.
-¿Qué fue eso?
-No sé. Sonaba horrible.
-Como un grito de muerte.
-¡Dios! Quiero ver algo. Quiero irme de aquí.
Crujidos. Golpes. Un chillido de dolor truncado.”
Saeculum, Ursula Poznanski. 510 p. Alfaguara, 2013
¡Hasta la próxima!
3 comentarios:
Me enamoré de Erebos, así que en cuento pueda me haré con este para leerlo :)
No he leído nunca a la autora, pero he visto muy bunas reseñas de Erbos, así que apuntado queda ^^
Gracias por la reseña!!!
besitos<3
Me ha gustado tu reseña. Y si con el nombre de la autora me viene a la mente Efebos, que fue excelente. Lo pondré en la lista para leer.
Gracias por compartir.
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