Conectar una niñez llena de crudeza y turbulencia con la verdad de la fortaleza humana es el mejor logro de esta novela. Algo tan difícil de conseguir que solamente pudo hacerse basado en la experiencia propia, por la persona que creció.
Regina Calcaterra cuenta aquí su vida como una niña que amó a sus hermanos cuanto pudo e hizo también todo lo que como pequeña le fue posible para mantenerlos a salvo, vivos y con esperanza.
Ella y sus hermanos no solo tuvieron la mala suerte de que les tocara una madre totalmente trastornada que los hizo sufrir con el abandono, a la que no le importaban sus hijos pero jamás aceptó dejarlos ir por pura conveniencia; también fueron desafortunados por ser niños en la época en que lo fueron y enfrentarse a las injusticias de la pobreza y la sociedad.
Pero Cherie, Camille, Regina, Norman y Rosie en su condición de inocentes no veían las cosas como nosotros pensamos, eran niños y vivían los momentos con tanta naturalidad y fuerza que el lector queda unido a ellos para conocer su historia desde ese punto. Principalmente desde la perspectiva de Regina, que en su versión cuenta y luego explica cada etapa y momento. Los más felices, los más tristes.
Es mucho lo que estos niños criados entre ellos comprenden. Más de lo que la mayoría de las personas a su edad somos capaces de considerar una opción. Ellos saben que en el mundo hay gente mala que hace cosas malas, buenas que se equivocan y muchos que no comprenden la verdad del presente porque sus vidas no se los permiten. Ellos no pudieron cerrar nunca los ojos ante los momentos feos. No tenían siquiera almohadas para dormir ni cepillos de dientes. Su juventud estuvo llena de mudanzas, negados de poder reconocer alguno de los varios lugares en que vivieron como su hogar.
Regina fue una niña inteligente, y por lo tanto creció de la misma forma. Ayudó a su familia hasta donde le fue posible y soportó muchas veces la atención negativa por parte de su madre, la gran villana nombrada Cookie que bastaría para echar a perder cualquier vida. Capaz de la más ridícula manipulación (o tal vez es que encontraba a los ingenuos perfectos para hacerles creer sus mentiras) y los peores argumentos del mundo, incluso ofrecidos a aquellos que sabían de su falsedad. Cookie, la irresponsable, pero mucho más que cualquier otra cosa: la del inexistente lado bueno.
Lo que estos hermanos han comprendido a su corta edad y milagrosa existencia, teniendo en cuenta su situación en general, es que las cosas más importantes que poseen son ellos mismos. La familia que forman a pesar de las muchas veces que el destino impedía su visión esencial. La de estar juntos.
Ser un niño en los Estados Unidos es estar también bajo el cuidado del gobierno y sus servicios sociales, o es así cuando se da a conocer una vida de carencias que una madre con cinco hijos no es capaz de mejorar. Creo que las reglas son así: si solicitas el apoyo te lo otorgan, pero si algo sale mal los servicios sociales se hacen cargo de los niños, los cuidan encontrándoles un hogar y manteniéndolos hasta que es necesario.
Lo que conserva esta historia en el punto certero es la misma Regina, que a pesar de ser una persona adulta ahora, una vez que leemos este libro nunca dejaremos de verla como aquella niña que nunca paró de luchar y se enfrentó tantas veces a cosas que no esperaba ni se merecía.
Y aunque me hubiera gustado conocer la historia a través de la perspectiva de otro hermano, la autora se gana la confianza en sus actos, nos hace creer su verdad sin preguntarnos nunca. Detalla lo suficiente, incluso aquellos momentos difíciles de leer e imaginar de tan violentos y sorprendentes que uno no puede creer le hayan sucedido a un niño. Su historia se moldea por la realidad, se continúa por el esfuerzo.
Sin embargo, esta no es una novela llena de interminables momentos tristes. Por medio de la convivencia en esta familia, uno comprende lo genuina y simple que puede llegar a ser la felicidad. Que no necesitamos de mucho para encontrarla. Nos pone en un sentimiento de general positivismo.
Tampoco es solamente de niñez. También muestra la superación, el gran esfuerzo y bastantes obstáculos que la protagonista, como todos, pasa en su búsqueda de un futuro fuera de la etapa que la privó de tanto, pero también es verdad que le otorgó muchas otras cosas buenas.
Este libro tiene muchas consecuencias en la mente del lector. Tantas que hasta puede llegar a confundir un poco. Su narración es ágil, su estilo directo, aunque a ratos se le note la necesidad de una pulida. Sucede tanto y tan rápido que me hizo preguntarme respecto a lo juicioso de mi curiosidad en la historia, me dio algo que opinar sobre temas que no conocía.
En Grabada en la arena se siente la vida que tuvo el pasado, la permanencia de los recuerdos. Consigue darle esencia a todo lo bueno que puede sacarse de una situación injusta. Esta historia es cada intento, cada triunfo y pequeñas derrotas de una familia hecha de pura fuerza.Representa lo que le sucede a mucha gente incluso hoy en día. Un trozo de voz para lo que necesita ser sacado del papeleo y tener la oportunidad correcta.Lo malo no dura por siempre, el futuro es la recompensa.
La frase:
“-Regina –dice-. Soy la señora Davis –me toma del brazo, boquiabierta, y me levanta la manga-. Tu escuela llamó hoy a mi oficina. Necesito saber lo que pasó.
Lo primero que se me ocurre es darle lo que se ha convertido en mi reacción natural cuando me veo confrontada a cerca de cómo vivimos: miento. Miento por nosotros.”
Grabada en la arena, Regina Calcaterra. 313 p. Suma de letras, 2014
¡Hasta a próxima!
1 comentario:
No lo conocía, pero muchas gracias por la reseña!!
besitos<3
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