Saber todo sobre otra persona es imposible, incluso entre vínculos tan formales como los de un matrimonio. Cuando alguien piensa que conoce todos los detalles del otro, porque el tiempo se los ha enseñado, pero luego se encuentra con sorpresas. Y no siempre son agradables.
Cecilia es una exitosa ama de casa (sí, exitosa). Tiene tres hijas, Isabel, Esther y Polly; además de un muy buen marido. John-Paul. Tienen una casa bonita y ordenada, juntos viven su vida de la forma más equilibrada posible. Ella se siente feliz siendo mamá, esposa y representante de Tupperware. Es buena en lo que hace porque se entrega a ello, es su naturaleza. Todos la ven como un ejemplo de la comunidad, puede que hasta con algo de envidia.
Sin embargo, en su faceta personal la conocemos como alguien completamente normal. En su mente –aunque la historia no se narre con su voz- las cosas suceden como en cualquier otra mente. Piensa y se preocupa como todos. Aunque a veces demasiado, y tal vez eso se lo deba a su instinto.
Se preocupa por hacer todos sus pendientes a tiempo, cumplir razonablemente las peticiones de sus bien educadas hijas, y también por aquella carta que encuentra por error. Escrita por su marido y con una petición muy clara en el sobre: abrir después de mi muerte.
Pero como él todavía está muy vivo, resulta incorrecto abrirla. Aunque, hay que decirlo, comparto la misma curiosidad excesiva sobre saber qué dice la carta y por qué alguien escribiría algo así estando todavía tan vigente con la vida.
Por eso comencé a leer este libro.
Esa carta contiene un secreto.
Pero, sorpresivamente, este libro también toca las vidas de otras mujeres. La recién traicionada Tess, que regresa a Sidney para ver su propia vida mientras decide y comprende lo que le pasa. Y también Rachel, una mujer mayor con el pasado marcado por un suceso terrible, y por el cual todos la conocen.
Aparentemente, no tienen nada en común. Excepto que se conocen un poco, viven cerca y han intercambiado algunas palabras.
Ellas son nuestros rostros principales, pues sus preocupaciones se irán desarrollando para darnos un punto ajeno sobre la vida de las otras, y también de sí mismas –que es todavía más importante-.
Hay muchos puntos interesantes en esta novela. Más allá su perspectiva femenina que nos envuelve. Las interrogantes del misterio, y de los otros misterios que surgen en diferentes grados, nos unen a la lectura, instándonos a no perdernos ningún detalle. Ya saben que en las historias de misterio hasta la cosa más mínima puede guiarnos a la respuesta, que inevitablemente llegará en algún momento. Pero ese es el sentimiento curioso del lector frente a una historia como esta: querer descubrirlo antes de que se revele para sentirse un poco astuto.
Pero se disfruta mucho. El complejo descubrimiento de Cecilia sobre el secreto de su marido primero nos trae opciones. Uno se pregunta ¿qué será? varias veces. Pero cuando al fin se dice, surge la pregunta del por qué, además de las inevitables consecuencias.
El secreto podría resultar previsible para algunos y sorpresivo para otros. Para mí fue una sorpresa. Luego me di cuenta de lo genuino que fue mi gesto cuando me enteré. Tuve que taparme la boca y negarlo varias veces. Y es precisamente eso lo que me hace querer recomendarlo; la posibilidad de la sorpresa.
Por cierto, no fue la única vez que reaccioné así durante la lectura.
Cecilia no solo se enfrenta a la consecuencia moral del descubrimiento, sino a las consecuencias familiares. Es difícil creer que John-Paul, tal como se le describe, fuera capaz de ciertas cosas. Claro que carga con sus demonios, como todos en esta historia, pero su vida nos hace negar sus acciones.
Es difícil decidir hacer lo correcto, porque lo correcto no siempre es lo mejor para todo el mundo. Existen consecuencias para todo. Muchos dirán que la vida es una consecuencia tras otra, y que por lo tanto dichas consecuencias no tienen por qué ser todas malas.
El centro es el gran debate mental que recae sobre Cecilia, la culpa, la tortura. Darse cuenta de lo fácil que fue que algo tan simple como una carta cambiara sus vidas, porque en la familia no se puede hablar de una persona solamente.
Fue interesante ver cómo funcionan las cosas en el otro hemisferio del mundo, donde las estaciones no van a la par con el nuestro, y el estilo de vida y las tradiciones son diferentes. Saber que algo inquietante puede pasar en cualquier rincón del mundo.
El lector interesado en este libro sabe exactamente en la clase de misterio que va a internarse y se cumple la sensación.
Se recuerda que si algo hay de cierto en la vida es que todo lo que uno hace, ve o siente resulta completamente incierto. Que el pasado es una huella, el presente es la vida y el futuro una idea.
En El secreto de mi marido se descubre la verdad del cambio, de decidir y aceptar lo sucedido. La verdad de los secretos, la historia detrás de ellos. El riesgo de saber algo que pesa tanto mientras se decide el orden de las acciones que no derrumbarán por completo un mundo.Los personajes se encuentran frente a la que podría ser la mayor decisión de sus vidas. Una que no apareció de la nada, le llevó mucho volverse tan complicada.Posibilidades de la vida que nunca se detienen.
La frase:
“Esa era la forma de hacerlo. Así era como se vivía con un secreto. Con naturalidad. Simulando que todo iba bien. Haciendo caso omiso del profundo dolor que te atenazaba el estomago. Como anestesiándote de tal forma que nada parecía muy mal ni tampoco muy bien.”
El secreto de mi marido, Liane Moriarty. 426 p. Suma de letras, 2014
¡Hasta la próxima!
1 comentario:
se oye buena, me gusta este género así que me lo apunto ^^
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