A veces volver es más difícil que huir para siempre, otras veces lo difícil es quedarse. Nunca sabemos cuál es mejor, dónde seremos mejores.
Llegados a cierta edad -si es que se tiene suerte- volver resulta inevitable. La vida lo reclama. Desea vivir lo ya vivido, sentir el mundo con la que fue nuestra mejor piel. Este retorno del que hablamos se trata del tiempo, del momento que lo cambió todo.
En su juventud, sin saber muy bien cómo, la joven Grace comenzó a trabajar en la mansión Riverton. Un gran lugar lleno de historia que ya había pasado por mucho cuando ella llegó, y aún así siguió alimentando los momentos. En aquel lugar conoció la normalidad de la gente para la que trabajaba, no pudo evitar sentirse fascinada. Muchas veces, desde una posición invisible, observó y escuchó los detalles que construían la realidad de los habitantes de la casa. Tuvo siempre una opinión interesada pero respetosa de sus patrones, aprendió a hacer un trabajo que le dejaba poco tiempo libre y lo hizo muy bien.
Trabajar para los Hartford, gente cercana a los más finos estándares sociales de la época, la convirtió en alguien que basaba su curiosidad en saber lo que pasaba con esa gente para la que trabajaba. De alguna manera era el trabajo perfecto para conocer sus realidades… y también sus secretos. Parlantes Nocturnos
En una época más cercana al presente, cuando Grace ya es una anciana que vivió muchas cosas, se entera que van a realizar una película sobre la historia que se surgió entre las personas que ella conoció. Una historia basada en el misterioso suicidio de un poeta en la misma casa, luego de años y momentos. Ella es una de las pocas personas que quedan que podrían hablar del entorno de aquellos tiempos. La consultan para echar un vistazo al realismo que transmiten los escenarios, despertando la bruma constante del pasado que nunca la ha abandonado.
Lo que ella sabe es una historia completa que comienza desde el primer momento en que pisó Riverton. Donde sus superiores y colegas son los personajes. La mansión fue espacio de muchos eventos que resaltaban la belleza de los paisajes de principios del siglo XX, antes y durante la primera guerra.
Lo intimo de esta novela, sin embargo, reduce nuestro escenario a la casa, siguiendo los pasos de la protagonista. Una trabajadora en vez de una damisela. La mejor forma de conocer las características de los otros personajes en vez de suponer sobre ellos de forma educada. Aunque, por supuesto, Grace es siempre respetuosa, leal y comprensiva. De alguna forma le agrada la familia dueña de la mansión, algo que pocos habrían imaginado considerando todo el duro trabajo y lo mucho que se prestan para hablar sobre ellos. La lealtad y apego de la servidumbre en aquellos años es admirable.
Lo que mantiene el interés es la fluidez de sus momentos y la promesa de la verdad, un dato privilegiado que la protagonista guarda con gran formalidad.
Ella sirvió principalmente a las hijas del gran jefe, el señor Frederick. Literalmente creció observando a Hannah y Emmeline Hartford. Creció con ellas, registrando los caminos que ambas tomaron y que inevitablemente las llevaron a las vidas que construyeron, como un destino. A ser buenas damas capaces de comportarse durante una reunión especial, pero también con metas y tentaciones propias. También conocemos a David, el hermano mayor de las jovencitas. El destino nos lleva a todos, personajes y lector, a conocer a Robbie Hunter. La novela completa se mantiene bellamente viva gracias a sus nombres, los lugares, los sentimientos y los secretos. Parlantes Nocturnos
La inocencia de Grace no es tal, pues su personalidad cuenta con una visión apropiada que la ayuda a contarnos todo. Es mucho lo que ella experimenta observando a sus patrones, así que como también está presente en los momentos y uno es los momentos que nuestra mente vive, también aprende de ellos. Los vive de forma curiosa.
Los tiempos han cambiado y seguramente su profesión no parece tan interesante hoy en día. La promesa de la historia pasada da fuerza inconsciente para quedar encantados con el libro de forma sorpresivamente especial. Parlantes Nocturnos
Del lado de la servidumbre están el señor Hamilton, la señora Townsend, Myra, Katie y Alfred. En la lista de señores están Lord Ashbury, Lady Violet, Lady Clementine, Fanny; Simion, Deborah y Teddy Luxton. Cada uno puesto para hacer una extensa historia, para explicar sucesos específicos bien ganados. Son más que una lista de nombres británicos, conservadores y frívolos.
Con esta novela nos encontramos un tejido complejo y ameno con un final de recompensa, un desarrollo encantador y un principio prometedor. Dicho en ese orden por el gusto que le tengo a la mezcla de tiempos que acostumbra la autora.
Kate Morton es perfecta para materializar los recuerdos.
La casa de Riverton alberga la verdad y los secretos, los bellos recuerdos de una historia larga como la vida y la emoción. El aprecio y el amor tanto como el dolor de la suerte o lo previamente escrito. La añoranza del tiempo, el temor de la vida, la fortuna de haber sentido.Con perdida arrojada a la sorpresa, dibujando desgracias de mal carácter. Las apariencias y el anhelo de libertad.Mover el tiempo, las cenizas, las palabras. Sentir lo que se sabe, estar en medio de todo pero también de nada.
La frase:
“Sonrío. Ya no soy capaz de detener esta historia, como no puedo detener el transcurso del tiempo. No soy lo suficientemente romántica como para imaginar que la historia misma es quien desea ser contada, pero sí lo suficientemente honesta como para saber que quiero contarla yo.”
La casa de Riverton, Kate Morton. 518 p. Suma de letras, 2014
¡Hasta la próxima!
1 comentario:
Coincido en que es una trama compleja, aunque la autora ha sabido hilarla muy bien. Es genial =)
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