En los días de los hermanos Finch las palabras dichas y las cosas observadas son muy importantes.
En esta ya clásica novela americana la narración de una niña nos lleva a conocer una historia tan llena de pensamientos exactos que da pena no poder seguir en su mente más tiempo. Scout (o la joven Jean Louise) comparte aquí los años más importantes de su infancia, todos conectados por una idea, de esas que aparecen en nuestras mentes mientras jugamos siendo niños. Pero si algo hay que decir de estos hermanos es que son tan reales y tienen tanta buena mente que todo el mundo los querría como amigos. Blog Parlantes Nocturnos
Jem, su hermano mayor, la acompaña en tanto como le es posible en los momentos, pues es un niño y también algunos años mayor que ella. Por lo que comprende más cosas de ese mundo de los adultos, que en ocasiones parece tan complicado y en otras demasiado tonto –estoy de acuerdo con eso-.
Muchos lectores, yo incluido, llevábamos tiempo queriendo descubrir a qué se referían en las numerosas referencias en la televisión y el cine de Estados Unidos a esta novela. Eran tantas que en algún momento investigamos, descubrimos que también hay una película (de cuando todavía eran en blanco y negro, pero muy buena) y nos hicimos a la idea, quién sabe por qué, que se trataba principalmente de un buen abogado con dos hijos que defiende a una persona de color en un crimen que para la época en que sucede la historia era un absoluto escándalo de proporciones imperdonables y totalmente juzgable. Blog Parlantes Nocturnos
Sin embargo, estábamos equivocados. Y si ustedes también piensan todo eso –más o menos, pero por ahí-, les confirmo que no es así. De alguna manera todo es más simple que eso, pero también mucho mejor.
Scout, Jem y su padre Atticus son la gente que este mundo necesita para ser sencillamente mejor. A través del tiempo que se nos permite ver de sus vidas, nos damos cuenta que es una de las primeras familias a las que como lectores nos habría gustado pertenecer.
No así, sin embargo, a la época en que se desarrolla la historia, y bajo las condiciones que en cierto momento lo hace.
La narración de Harper Lee es precisa al utilizar una mente construida con la más aparente naturalidad del mundo. Las palabras de Scout están llenas de curiosidad, realidad y también una buena cantidad de inocencia; además de algunas otras cosas acompañadas de un carácter necesario para el tiempo en el que vive.
Al suceder en Alabama en los años treinta, ahí en el sur aquel país, el contexto con el que lidian los personajes es muy diferente al de la actualidad. La sociedad es diferente, la gente hace cosas diferentes, las palabras se utilizan para fines diferentes y… hasta la ley resulta distinta.
Sin embargo, rara vez nos encontraremos aquí observando paisajes amplios que den la oportunidad de dar un vistazo mientras se narra alguna otra cosa. Lo que podría parecer un poco decepcionante para muchos que piensan algo como la idea equivocada que mencioné antes. Pero para quien llega a disfrutar de la novela ya no se trata de eso, sino de un simple mal entendido pre-lectura que queda casi completamente olvidado en cuanto la narración comienza a definir la historia. Esto porque el principio cuenta algunas cosas que no se pueden comprender… al principio.
Pasar las tardes junto a los hermanos y su potencialmente genial amigo Dill, es un toque a nuestra propia infancia, aunque haya sido muy diferente a la que se lee. Ver la vida como una sucesión de aventuras es increíble, y todos sabemos que la infancia no es lo que es si no se proponen algunas de vez en cuando, aunque suenen mejor en las mentes jóvenes de lo que en verdad sean. Lo importante es el sentimiento que despiertan cuando suceden; como esa recurrente necesidad por hacer de la mansión Radley un objeto de misterio, siempre buscando –de alguna manera- por medio de curiosos planes hacer salir a Boo.
Es verdad que a veces lo que Scout cuenta son fragmentos de lo que ahora nos parece interesante sobre el mundo adulto, y que no siempre es capaz de comprender lo que los adultos dicen, así que tampoco es capaz de transmitirlo. Pero eso, si lo pensamos un poquito, no son realmente defectos de la historia, sino logros muy interesantes de forma sutil. Blog Parlantes Nocturnos
El caso de Tom Robinson, defendido por Atticus, sí da su buen momento a la historia. Su núcleo es una de los más interesantes de leer, ya que envuelve al lector para robar la presencia de la protagonista en el lugar donde se encuentra para observarlo todo.
En algún momento la historia se vuelve tan natural que no cuesta trabajo seguirla, al contrario: casi despierta ansiedad.
Lo único medio malo: ¡Que no sea más grande!
Matar a un ruiseñor es una novela que tiene su fama bien ganada. Sus protagonistas están justo en medio como observadores gracias a la suerte de tener al padre que tienen. La vida de los Finch es el primer argumento, pero es verdad que no sería tanto sin todo lo que aparece a lo largo de la novela para complementarlo. Es mucho lo que se aprende (sobre personalidad, justicia, discriminación y la sociedad) pero es debido a que despierta secciones de nuestra mejor mente y corazón.
De algo se tiene que aprender en la vida.
Y yo ya quiero saber qué pasa enseguida.
La frase:
“Decía que si un número suficiente de personas, en un estadio lleno quizá, se concentraran en un cosa, como por ejemplo hacer arder un árbol en el bosque, el árbol se encendería. Yo jugué con la idea de pedir a todos los que estaban abajo que se concentraran en dejar libre a Tom Robinson, pero pensé que, si estaban tan cansados como yo, no funcionaría.”
Matar a un ruiseñor, Harper Lee. 322 p. Harper Collins Español, 2015
¡Hasta la próxima!
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