¿Qué hace falta para ser uno mismo? A veces parece que son tantas cosas que da miedo pensar en ellas. Somos muchos los que pensamos que es mejor hacer lo más difícil primero, quitarnos de encima lo que tiene más peso, y lidiar después con lo demás. A veces eso ayuda. Así el final parece más ligero.
En esta historia sucede algo similar, con el mínimo de metáforas.
Simon es un joven como cualquier otro, pero no todos son como él. No todos tienen los amigos ni la familia que él tiene, ni la misma mente, los mismos miedos o los mismos conflictos. Simon es una persona de mente, un adolescente estable y en descubrimiento, pero si algo sabe es que ser gay no es algo que cambia todo lo demás de sí mismo. Sin embargo, por alguna razón siempre resulta difícil hacérselo saber al mundo.
Así es como encontró a Blue, su confidente virtual. Alguien que al igual que él, se encuentra en camino de vivir tal como es. Y Simon siente algo por Blue, ¿pero sentirá Blue lo mismo que él?
No siempre una relación virtual sucede de forma tan fluida como esta, así que no siempre es fácil leerla, pero Simon y Blue lo consiguen. En general la historia que rodea a este protagonista es tan fluida que al final es imposible no querer leer más. La normal genialidad del protagonista se siente cercana, el papel de todos los que lo rodean en su historia es tal como debe ser, desde los buenos hasta los que parecen bloquear su camino. Todos sabemos que ser un adolescente no es sencillo, así que en esta ocasión tampoco es distinto, pero afortunadamente es una historia tan única como lo merece.
Como lector da gusto saber que el simpático Simon tiene la historia que se merece. Es un sentimiento que comienza a formarse desde el momento en que uno lee la sinopsis y se convence de leerlo, y hasta que llega a la última página. Es agradable saber que sucede está lleno de detalles curiosos, que el misterio de Blue se respeta lo suficiente y sobre todo que la lección del libro es sobre la verdad propia y cómo encontrar el valor para vivirla, muy a pesar de los demás.
Si algún reproche me queda sobre esta historia es que no haya sido más larga, y que a veces mezclara los tiempos narrativos de forma casi confusa, como capas de una verdura.
Yo, Simon, Homo Sapiens deja una lección que habría que prestar a todos los que faltan en el mundo por familiarizarse con una “historia como esta” solo para que se den cuenta que es como cualquier otra, que los sentimientos no faltan y que todos pasamos por nuestros propios senderos y es mejor hacerlo siendo valientes.
¿Simon? ¿Simón? No importa. Seguro ya es toda una referencia, pero el nombre es lo de menos.
La frase:
“El comentario no pasaba de las cinco líneas, pero estaba bien escrito y destilaba una poesía extraña. Se alejaba totalmente de cualquier cosa que yo hubiera leído antes.
Supongo que me cautivó el hecho de que hablara sobre la soledad. Y es raro porque no me considero una persona solitaria. Pero su forma de describir el sentimiento resonó en mí. Como si me hubiera leído el pensamiento.”
Supongo que me cautivó el hecho de que hablara sobre la soledad. Y es raro porque no me considero una persona solitaria. Pero su forma de describir el sentimiento resonó en mí. Como si me hubiera leído el pensamiento.”
Yo, Simon, Homo Sapiens, Becky Albertalli. 288 p. Puck, 2016
Trad. Victoria Simó Perales
¡Hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario