¿Alguna vez desaparece el miedo a perderlo todo?
Tal vez en la realidad, con miles de millones de personas en el mundo, ese todo no sea tan literal. Sin embargo, luego de la invasión y las olas sucedidas en esta historia, el concepto adquiere un significado bastante real.
Luego de dos partes prácticamente repletas de dilemas humanos, reflexiones y sobrevivencia, llegamos al final. Uno que personalmente sentí difícil, que no quería que llegara. El miedo a perder la emoción general de la historia me hizo posponer esta lectura. Pero así somos los lectores, constantemente tememos a los finales.
Yancey no abandona su narración contundente, tan distintiva de la trilogía entera. Durante gran parte del libro reduce la amplitud de sus escenarios para enfocarse en las palabras y darnos una última reflexión, en esta ocasión casi de realidad.
Las voces que narran la historia nos muestran los momentos necesarios, nada más. Todo tiene sentido, por más grande que sea la ficción misma. Las transformaciones son algo visible, algo sorpresivo. El dolor padecido es necesario y la sombra de la desgracia aún nos mantiene enganchados, aunque pareciera que cada vez haya menos que perder, pero no por eso sea menos importante.
La acción es tan intensa como siempre, las páginas se devoran con la misma sed lectora y la confusión todavía no nos abandona. Personalmente tenía que volver a leer algunos párrafos porque en medio de la velocidad sentía que perdía detalles. Los chicos y chicas, sobrevivientes, sufrientes y luchadores, están aquí para pelear por su todo.
Si bien termino con sentimientos encontrados, también siento que la gran mayoría de sucesos eran necesarios. Si algún consejo tengo para el lector que llega a esta historia, o a esta parte de ella, es que haga pausas cuando existan cambios de voz (de narradores), para asimilar más y confundir menos. Y si algún reproche me queda es que no haya más páginas, que no siga para variar la extensión casi repetitiva para darnos unos párrafos más con los personajes que no queremos dejar ir. Y que siga engañándonos.
La última estrella cierra la historia de forma veloz y necesaria, aunque no a todos nos guste cómo lo hace.
Nos muestra una lucha de las buenas, llena de ruido e inteligencia. Las decisiones, los conflictos, la incertidumbre nos hacen suyos en medio de todo lo demás.
Tremenda y decisiva, interesante e inolvidable.
La frase:
“nada quedaba atrás, nada le quedaba por hacer. Había viajado por el mundo, había escrito libros, había tenido amantes y había roto corazones. No había permitido que la vida fuera simplemente algo que le pasaba. A la vida la había golpeado, pateado y pegado una buena paliza. La había destrozado.”
La última estrella, Rick Yancey. 352 p. Molino/Oceano Travesía, 2016
Trad. Pilar Ramírez Tello
Libros anteriores:
¡Hasta la próxima!
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